martes, 12 de mayo de 2009

ASPECTOS HISTÓRICO-SOCIALES II





Desarrollo del cómic



En la prensa de masas (1830-95)

Será en 1830 cuando la revista Le Caricature inaugure la tradición contemporánea de la caricatura política lanzando una campaña contra Luis Felipe. El testigo de Le Caricature sería recogido por Le Charivari que expurgó la crítica política en favor del simple humor.

Inspirada en Le Charivari, la revista mensual británica Punch (1841) fue el motor de la expansión mundial de la historieta, al dirigirse a un nuevo sector aupado también por la revolución social e industrial: la infancia. El modelo de Punch fue imitado en todo el mundo, dando lugar en Alemania a Fliegende Blatter (1848) en la que debutaría el excepcional Wilhelm Busch, autor de Max und Moritz (imagen, de 1865); en Japón, a The Japan Punch (1862-87), y, lo que es más importante, en Estados Unidos, a Puck (1871), Life y Judge, verdaderos campos de prueba del cómic de prensa en los que comenzaron, entre otros, Richard Felton Outcault y George Herriman.

La modernidad (1896-1923)

En los albores del siglo XX el principal centro de producción e innovación en el campo de la historieta fue EE.UU, ya que los principales editores del país, Hearst y Pulitzer, la usaron para atraer a todo tipo de público, niños y adultos, incluyendo a los emigrantes que no sabían inglés.

Las series germinales fueron Yellow Kid and his new Phonograph (1896) de Outcault, que usa ya globos de diálogo, Mutt and Jeff de Bud Fischer (1907), que inició la serie diaria; y The Katzenjamer Kids (1912) de Rudolph Dirks, cuya pareja protagonista son un par de revoltosos mellizos, rubio y moreno, inspirados en Max y Moritz de Wilhelm Busch.

No obstante, las tiras más populares oscilan entre el humor físico del slapstick y el tratamiento de los problemas de adaptación a la modernidad de un grupo de personajes. El grupo podía ser una familia o una pareja, siempre polarizada entre un padre y su esposa o hijos o entre dos compañeros de diferente carácter. Los ejemplos más famosos son Polly and her pals (1912) de Cliff Sterret; Bringing up father (1913) de McManus, Thimble theater (1919) en la que Segar crearía a Popeye (imagen) , y Gasoline Alley (1919) de Frank King. También surgen "girl strips", como Tillie the Toiler, de Westover, en 1921.

La aventura entre dos guerras (1924-42)

La experiencia moderna se truncaría con la Gran Depresión de 1929 que empujaría a una renovación de los funnies. Se acabaron el comentario sociológico, ahora peligroso, y los excesos artísticos, ahora demasiado caros, en favor del puro entretenimiento. A pesar de la aparición de notables series de comedia como Li’l Abner (1934) de Al Capp, los siguientes años estarían marcados por las tiras de aventuras, tras el éxito comercial de Wash Tubbs (1924) de Roy Crane, maestro de la escala de grises, Buck Rogers (1929) de Dick Calkins o Dick Tracy (1931) de Chester Gould.

Este género se apuntalaría en 1934, cuando la editorial King Features Syndicate contrató al joven Alex Raymond para que se encargase de dos series dominicales: Flash Gordon (imagen) y Jungle Jim, y una diaria: Secret Agent X-9 (con guiones de Dashiell Hammett). Tanto Raymond como el Harold Foster de Tarzán (1929) y Príncipe Valiente (1937) definirían una nueva estética basada en la elegancia de la ilustración en detrimento de un grafismo más caricaturesco.

Los comic books (1938)

En Estados Unidos, Lee Falk continuaría el género aventurero como guionista de El Fantasma en 1936 y Mandrake el mago en 1939, pero la historieta en prensa comenzaría pronto a acusar un duro golpe, el de los comic-books de superhéroes. Éstos tenían esquemas narrativos muy parecidos a los de estas recientes tiras de aventuras: Historia entre la realidad y la ficción, en forma de serie continua, basada en un protagonista carismático con doble identidad, máscara/disfraz o complementos. Bien visto, lo único que añadieron algunos superhéroes fueron los superpoderes, pero desde el punto de vista industrial acabarían con la edad de oro de los cómics de prensa estadounidenses.

Aunque el primer comic book (revista de historietas) con material original ("The Funnies") lleve fecha de 1929, no será hasta mediados de la década de los 30 cuando surjan pequeñas compañías como All Star Comics, Action Comics o Detective Comics (DC Comics) y sus historias comiencen a aumentar en calidad.

En 1938 llega Superman (imagen), creado por Joe Shuster y Jerry Siegel al que siguen otros como Batman en 1939 o el Capitán América y La Mujer Maravilla, ambos en 1941. Igual que las historietas japonesas coetáneas, se dejarán imbuir del espíritu bélico de la Segunda Guerra Mundial, presentando en muchas ocasiones nombres o uniformes relacionados con sus símbolos nacionales, y enfrentándose a los enemigos del país. Esto les permitió lograr un gran éxito comercial, pero también causaría el cierre de la mayoría de sus títulos al finalizar la guerra. Muy diferente es el renovador Spirit (1940) de Will Eisner.

La Edad de Oro (1943-62)

Debido a la guerra, se prohibió la importación de "comic books" estadounidenses en el Imperio británico, lo que permite un breve florecimiento de la producción autóctona en Canadá o Australia. Tras la guerra, la Historieta estadounidense se encuentra en su cénit, con unas ventas enormes y con un público compuesto por niños, adolescentes y adultos jóvenes, tanto masculinos como femeninos. Sin embargo, enseguida va a tropezar con graves limitaciones: de formato, para las tiras de prensa, y temáticas, para los comic books.

Finalmente, se renueva en Estados Unidos el interés por los comic-book de superhéroes gracias a títulos como La Liga de la Justicia (1960), Los Cuatro Fantásticos (1961) o El Hombre Araña (imagen) (1962), muchos de ellos creados por Stan Lee/Jack Kirby. La revista MAD (1952) también se convierte en un éxito, pero en general puede decirse que "el grueso de la producción norteamericana, para la segunda mitad de los años sesenta, ha bajado de nivel y se halla por debajo de la producción francesa o italiana".

Una nueva conciencia (1962-87)

A partir de 1962, se afianza una nueva conciencia del medio, sobre todo en Francia e Italia. Se crean instituciones para el estudio del medio como el CELEG (Centre d’Etude des Littératures d’Expression Graphique), y el SOCERLID (Société d’Etudes et de Recherches des Littératures Dessinnées), que lanzan sus propias revistas.

En esta década, aún se crean series de aventuras populares como Modesty Blaise (1963) de Peter O'Donnel/Jim Holdaway; Valerian, agente espacio-temporal (1967), de Christin/Mezières, o Corto Maltés (1967) de Hugo Pratt, mientras que otras como Mortadelo y Filemón (imagen) de Francisco Ibáñez emprenden su etapa de mayor éxito.

En 1982, se revitaliza el comic-book de superhéroes estadounidense con obras como "Watchmen" (1986), de Alan Moore/Dave Gibbons, junto a nativos como Frank Miller.

La expansión del manga (1988-¿?)

En 1988, gracias al éxito de las versiones en dibujos animados de Akira (1982-93), de Katsuhiro Otomo y Dragon Ball (imagen) (1984-95) de Akira Toriyama, la historieta japonesa empezó a difundirse internacionalmente. A día de hoy, el manga se ha consolidado en la sociedad occidental, llegando a ser imitado por autores estadounidenses y europeos y dando lugar a movimientos como el amerimanga o la nouvelle manga. Historietistas japoneses, como Jirō Taniguchi, ganan prestigiosos premios internacionales y lo que es más importante, la población juvenil occidental ha vuelto a interesarse masivamente por el medio, como no ocurría en Europa desde la postguerra.

Otro destacado fenómeno de estos años es la aparición de los webcómics gracias a la generalización de Internet, que han permitido el desarrollo de formatos específicos del espacio virtual (como el infinite canvas, ‘lienzo infinito’), además de una difusión más fácil de las historietas.

En contraste, una de las tiras más populares, Calvin y Hobbes (1985) de Bill Watterson, ha recuperado elementos del humor físico de la ya extinta época dorada de las tiras de prensa. El gran superventas del mercado francés también está protagonizado por un infante: Titeuf, cuyo álbum duodécimo, alcanza prácticamente medio millón de ejemplares vendidos en 2008.


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